El peculiar olor de las páginas de un libro nuevo; o
el de un libro ya antiguo y cuyas páginas sabes que han acariciado
anteriormente algunas de las personas que más has querido. La maravillosa
sensación de envolverte en un libro escuchando las olas del mar de mi sur. Esas
tardes de verano… O aquélla sensación de las tardes de invierno envuelta en una
manta escuchando la lluvia que golpea en las ventanas. El refugio de los
domingos perezosos y que, a priori, iban a ser tan aburridos.
Páginas de libros que se llenan de verbos: reír,
llorar, amar, sentir, olvidar, perdonar, querer, descubrir, recordar, viajar, temer, pasear, aprender, compartir, disfrutar,
charlar, escribir… Leer.
Leer para entender qué es el pasado, cuál es nuestro
presente y dónde podría estar nuestro futuro.
Leer para alcanzar fantásticos mundos y reconocer
los lugares que tuviste la suerte de visitar en alguna ocasión.
Leer para pasar el tiempo; y para cobijarte y que el
tiempo pase.
Leer para experimentar aventuras, amores que quizás
nunca conozcas, tramas en las que no te verás envuelto…o sí. Eso depende solo
de ti, de la intensidad con la que decidas formar parte de esas páginas, de tu deseo de ser protagonista.
Leer para conocer personajes y entender a las
personas.
Leer para decidir.
Leer para vivir. Leer para ser feliz.
Las páginas de mis libros, al principio, solo tenían
dibujos. Después hallé letras que se fueron uniendo hasta formar palabras,
frases, textos y, finalmente, historias.