sábado, 13 de agosto de 2016

Nostalgia

Playa del Carmen. Barbate. 2016.

Hay días en los que el ayer decide alojarse en el presente sin aviso y sin contemplaciones.

Viene y me recuerda que la vida un día decidió injustamente dejar de contar contigo y, en aquel instante de ocaso, entendí el concepto real de inmortalidad porque hay gente que se va pero nunca se marcha. Como tú.

Y un rato después de asumir que hay una parte de mi que siempre descontará horas y tachará días del calendario con una dosis de melancolía, aparecen también las palabras; más permanentes incluso que los propios recuerdos porque duele su lectura, el trazo de las letras de las que se componen, su significado. El que tenía entonces: el de la aventura que empieza cada día y concluye en sábanas desordenadas que permitían ser tan libres como nuestra locura requería. Y el de los besos escritos, los que se dieron y los que quedaron en el olvido, aquellos que cada vez que aparecen se clavan sin llegar a rozar los labios.

Así es como descubro que hay días que la nostalgia se nos pega tanto a la piel que consigue arañar el corazón; y que hay tantos tipos de nostalgia como colores pueden presentarnos los atardeceres que ya nunca contemplaré contigo. Ni contigo.

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