Desamor y revolución
Tenías cicatrices,
habías perdido guerras
y contabas bajas en tu ejército.
Conocías el desamor,
aderezabas la ginebra de amargas lágrimas
y la nostalgia se había adueñado de tu almohada.
El miedo dominaba tus andares,
traías demonios pegados a la piel
y el odio, a ratos, se instalaba en tu cabeza.
Pero también tenías revolución en los ojos;
por eso te esperaba,
por tu forma de ser humano en el olimpo de los dioses.
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