domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Nos leemos?

He decidido lo que quiero que hagamos.

Quiero que nos miremos con la misma ilusión con la que observo las portadas de los libros de mi infancia, que recuperemos la inocencia y la ingenuidad; que volvamos a descubrirnos.

También tenemos que entusiasmarnos en cada caricia y tocarnos con similar delicadeza a la que ponemos cuando pasamos las hojas de un libro nuevo que no queremos deteriorar, o las de un libro antiguo por miedo a que se rompan, a dañarlo aún más.

Dejaremos a nuestras miradas que se devoren, como la poesía al alma (¿o era al revés? ¿Es el alma la que devora poesía? ¿Quién necesita de quién?), y nos sumergiremos en nuestras bocas como quien tiene una novela entre sus manos y decide vivir intensamente la historia, interpretando todos los personajes pero en su tiempo determinado.

Imaginaremos que nuestros lunares son páginas en blanco y encontraremos un relato para cada uno de ellos.

Seremos la biblioteca de las obras maestras, anónimas e inéditas; y tendremos teatro –prométeme que siempre habrá más comedia que tragedia-. Nos convertiremos en el título que estaremos dispuestos a leer a cualquier hora, en cualquier lugar y de todas las posturas.

Y nos taladrarán los versos; y nos tatuaremos besos.

Y ahora… ¿empezamos a leernos?

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