lunes, 28 de septiembre de 2015

Versos sin retorno

Márchate si quieres. 
Esta vez no voy a impedir que corras en otra dirección. 
Ahora yo también sé lo que significa no pertenecer a este mundo, 
que no haya un lugar en la tierra que puedas reconocer como tu hogar.

Vete, pero hazlo sin hacer ruido. 
Que yo también tengo una orquesta dentro dispuesta a armar jaleo
y, sin embargo, me paso la vida apaciguándola. 
He llegado, incluso, a convertir la algarabía en música para amansar a las fieras. Y así es como consigo amansarme a mí misma.

Vete sin tormentas. 
Que yo también sé lo que es la furia 
y sé lo que asustan los rayos y los truenos; 
podría hacer temblar el suelo bajo tus pies 
y, por el contrario, he aprendido a congraciarme con las noches de lluvia 
y ahora me resultan inspiradoras tras los cristales de mi habitación.

Vete. Sin más. 
Que el movimiento se demuestra andando 
y el camino aún está por recorrer. 
Ojalá alcances ese rincón incierto al que te diriges, 
allí donde no se contemplan horizontes que puedas convertir en metas logradas.

Y vete con dignidad, si puedes. 
Porque hasta para marcharse, hay que saber irse. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario