Hoy era
obligatorio acordarme de él. Obligatorio y necesario recordar estos versos de
William Ernest Henley; hablo del poema Invictus, aquel que Nelson Mandela tuvo escrito en un papel
durante su encarcelamiento y que le ayudó a sobrellevar sus años en prisión.
Hace unas horas, Mandela se nos fue para siempre, su pérdida ha conmovido al
mundo…y siento incluso que éste se ha quedado algo huérfano. El primer
presidente negro de Sudáfrica, Premio Nobel de la Paz por su lucha pacífica
contra el apartheid y, como escribía hoy John Carlin en El País, “un símbolo de la capacidad de los pueblos para superar el
pasado” (http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/28/actualidad/1364463433_244316.html ).
Mi recuerdo, mi sencillo y humilde homenaje: rememorar las palabras que durante tantos años, demasiados, acompañaron a Madiba.
Más
allá de la noche que me cubre
negra como el
abismo insondable,
doy gracias a los
dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas
garras de las circunstancias
nunca me he
lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los
golpes del destino
mi cabeza está
ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este
lugar de cólera y lágrimas
donde yace el
Horror de la Sombra,
la amenaza de los
años
me encuentra, y me
encontrará, sin miedo.
No importa cuán
estrecho sea el portal,
cuán cargada de
castigos la sentencia,
soy el amo de mi
destino:
soy el capitán de
mi alma.
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