
Mi recuerdo, mi sencillo y humilde homenaje: rememorar las palabras que durante tantos años, demasiados, acompañaron a Madiba.
Más
allá de la noche que me cubre
negra como el
abismo insondable,
doy gracias a los
dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas
garras de las circunstancias
nunca me he
lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los
golpes del destino
mi cabeza está
ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este
lugar de cólera y lágrimas
donde yace el
Horror de la Sombra,
la amenaza de los
años
me encuentra, y me
encontrará, sin miedo.
No importa cuán
estrecho sea el portal,
cuán cargada de
castigos la sentencia,
soy el amo de mi
destino:
soy el capitán de
mi alma.
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