Soñad.
Con los ojos abiertos, cerrados,
a cualquier hora y a destiempo.
Soñad, que ya vendrá la realidad a despertarnos
o a darnos las hostias que no nos dimos durante el letargo,
en la ilusión de aquel instante.
Soñad. Soñad siempre.
A veces, es lo que nos queda.
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