La Caleta. Cádiz. Año 2014. |
Y descubrí que es preferible sumergirse en el agua salada, aunque en ella escuezan las heridas, que ahogarnos en copas de vino envenenadas por otros.
Que valen más las verdades que nos hacen morder el polvo, que las mentiras que nos conforman y, a su vez, conforman una vida sustentada en el engaño.
Se reveló el valioso poder de una sonrisa frente a la incapacidad frustrada de la rabia. Aprendí a ganar; aprendí a aceptar la derrota. Aprendí, a fin de cuentas, a vivir.
Y pacté con el sol que sus rayos ofuscasen mis ojos, porque solo entonces, en ese momento, mi alma lograría abarcarlo, y comprenderlo, todo.
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