Las paredes han quedado despojadas de los
adornos que la ornamentaron los últimos meses; los cajones ya se encuentran
vacíos y al mirar alrededor observo demasiados espacios y huecos libres.
Mientras, el corazón se reparte entre aquellas personas y rincones que me
dieron los efímeros instantes que yo llamo felicidad, y los recuerdos se acomodan
para revivirlos y volver a ellos si al vértigo le da alguna vez por retornar. Y
así, sin saber definir ni describir muy bien lo que siento, llega el final.
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