domingo, 18 de agosto de 2013

Los besos no se gastan

Desde que supe el título del libro de Raquel Martos, Los besos no se gastan, tuve curiosidad por leerlo. A veces los títulos nos llaman la atención y el contenido nos desilusiona, aunque no ha sucedido en este caso y me alegro. He devorado esta novela de lectura sencilla y amena que trata de la historia de dos amigas que se reencuentran diez años después. El libro hace un repaso por sus vidas antes de la separación y narra los sucesos que le acontecerán cuando la vida las vuelva a reunir.

Quizás el concepto de amistad que propone la obra sea algo utópico, más en estos tiempos en los que las diversas metas personales o profesionales nos llevan a alejarnos de nuestros orígenes y de los que podemos denominar nuestros amigos de toda la vida. Sin embargo, este tipo de hechos provoca también que a esas amistades de siempre se sumen personas a las que tal vez no vayas a ver con la frecuencia que te gustaría, pero que se convierten en imprescindibles, en importantes…y eso me parece una experiencia maravillosa. Y aún más maravilloso es reencontrarte con ellas al cabo de los años, mirarlas, reíros y comprender por qué te esforzaste en hacerlas parte de tu vida un día.

Y al margen de todo esto (que es más una opinión personal que una valoración de la obra), Los besos no se gastan me ha gustado porque a veces me he sentido Eva y otras Lucía (las protagonistas de la novela) y porque me gusta llamar a las rubias que me rodean “rubia”, y a mis morenas “morena” y eso me ha permitido convertir la obra en una historia cercana, e incluso, ponerle rostro a los personajes de la misma.


La frase con la que me quedo es esta (porque me recuerda mucho a lo que se acerca a mi concepto de amistad, a esa complicidad única entre las personas): “los seres humanos somos expertos en crear momentos mágicos en las peores situaciones”. 

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