El
último libro que reseñé fue uno de Marc Levy y empezamos estación con uno del
mismo autor. Será el destino. Curioso porque precisamente el destino es uno de
los elementos que están presentes en las páginas de La química secreta de los encuentros.
Después
de leer algún libro que mezclaba relaciones amorosas con recetas, de hacer un
intento con una de las trilogías erótica-romántica tan de moda (y no, no ha
sido la del conocido Grey) y que abandoné a mitad del segundo libro quedándome con
la “intriga” de qué les sucederá a los pasionales protagonistas, me encontré
con esta novela que, no es una genialidad, pero ofrece una historia capaz de
mantener entretenido al lector y que yo he devorado en un par de sentadas. Ya
comentaba que se hablaba de la fuerza del destino, de las casualidades, pero
también de la amistad, de las oportunidades y sorpresas que nos podemos
encontrar cuando escapamos a otros lugares. Y, para mi, una de las mejores
cosas del libro es la profesión otorgada a cada uno de los protagonistas y que despiertan
la imaginación del receptor y obliga, a aquellos que estén dispuestos, a
dejarse llevar por la magia de la pintura y los perfumes.
Sin
embargo me quedo en el tema del destino, en el que yo ya no sé si creo o no, ni
si tiene tanta fuerza como dicen. Supongo que profundizo en él porque este
libro ha aparecido justo en un momento en el que mi mente vuelve a episodios
pasados de mi vida para preguntarse cómo hubiese sido todo si no hubiesen
aparecido determinadas personas en etapas concretas, si las que estaban llamadas
a ser hubiesen sido, qué habría sucedido si las dudas me hubiesen atemorizado a
la hora de hacer las maletas y decidir no mirar atrás…y si, a veces, son
posibles las segundas oportunidades.
Marc
Levy. Otra novela sencilla. Que habla sobre el destino. En un momento en el que
yo me pregunto si éste me la ha jugado o no. Demasiadas casualidades ¿no? Al
final, será cosa del destino.
De esta
novela, me quedo con dos frases: “es tan duro despedirse de alguien cuando no
se ha podido decir adiós…” y “el valor de un justo responde por la inhumanidad
de mil culpables”.
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