lunes, 23 de septiembre de 2013

334 kilómetros

334 kilómetros me separan de Cádiz en este momento. Sé que a lo largo del año he dejado caer en varias ocasiones, y en otros espacios, cuán importante ha sido esta etapa para mi. Ahora quiero detenerme un poco más.

Siempre me he adaptado a los sitios en los que he vivido: disfruté mucho de mi estancia en Sevilla, también, aunque no tanto, de mi etapa en Jaén, y reconozco que el lugar donde nací es siempre especial, sobre todo por la gente que lo habita y que forma parte de mi vida. Cádiz era una meta, un sueño…y ha sido siempre un amor platónico que este año se convirtió en real y que viví apasionadamente, como me enseñaron a vivir las cosas.

Me he preguntado muchas veces por qué es tan especial. Supongo que porque una parte de mi está hecha de retazos de aquella tierra o tal vez sea porque allí he encontrado siempre la fuerza para levantarme o la energía para seguir adelante y plantearme nuevos objetivos. Pisar aquel lugar, respirar su aire, embriagarme de su aroma siempre me saca una sonrisa.

Aquel rincón me ha renovado, me ha hecho plantearme miles de cosas y me ha enseñado tanto… Allí he aprendido que la amistad no tiene edad y que las personas más inesperadas pueden darte lecciones de vida; he comprendido lo importante que es inventar mil ideas, algunas absurdas, para que los que no están en su mejor momento salgan a flote; y que hay que brindar por cosas tan simples como un día de sol. He tenido que reconocer que nuestra primera vocación no es siempre la única y que hay muchos ámbitos en los que podemos llegar a ser competentes; que tenemos que perdernos en diversas ocasiones porque solo así encontraremos los caminos adecuados; y que andar acompañado puede reportarnos gratas experiencias.
Al sur del sur me he dado cuenta de lo maravilloso que puede resultar desorientarse en una ciudad con encanto; que hay ocasiones que no se podrán describir nunca; y que ver el mar cada día es un auténtico regalo. He aceptado que hay cosas que no pueden ser; que las cosas que antes no me gustaban hoy pueden volverme loca; y que donde menos lo esperas surge lo inesperado.


En Cádiz he aprendido a echar de menos (y por eso me duele tanto esta distancia). En Cádiz he aprendido…que me queda mucho por aprender.

1 comentario:

  1. Eres genial, Leti. Llegarás muy lejos, lo sé porque vales mucho, no solo como profesional sino como persona. Desde Cái te echamos mucho de menos y este año no será igual que el anterior bendito que cruzó fortuitamente nuestros caminos.

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