miércoles, 4 de septiembre de 2013

Párame el mundo

Si algún día vuelvo, quiero encontrarte en una de las plazas por las que paseamos juntos en más de una ocasión. Seguramente habrá una terraza en ella y tendrás que proponerme que me tome una cerveza contigo…por los viejos tiempos.

Cuando nos sentemos y me mires de esa manera única en la que la hacen tus expresivos ojos oscuros, brotará también esa sonrisa enorme y sincera que me regalaste tantas veces; sin pedir nada a cambio, ocultando tus tragedias.

Me contarás con humor y sin darle importancia los temas que te preocupan o afectan. Te reirás de ellos mientras tus manos buscarán el roce de las mías. Nuestras manos juntas, tu consuelo. Escucharás con rostro pensativo la narración de las historias que me traen de cabeza y cuando ambos regresemos a nuestras casas me mandarás un mensaje de ánimo y me dirás que todo irá bien, que solo es una mala racha o que no hay mal que cien años dure.

Pero antes de llegar a ese momento, habremos llenado la mesa de la terraza de vasos vacíos, recordaremos las vivencias más alegres y evitaremos hablar de los recuerdos tristes (sobre todo tú). No seremos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor; en la multitud solo existiremos tú y yo.

Al despedirnos me abrazarás de forma protectora y me darás un puñado de besos en la mejilla izquierda.



Y al deshacer el camino que me llevó, por casualidad, hasta ese lugar, tendré la sensación de que el tiempo no ha pasado tan deprisa y de que cumpliste la promesa de pararme el mundo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario