lunes, 16 de septiembre de 2013

Las últimas letras...

Algún día, sin esperarlo, como le ocurre a aquel que abre la ventana una mañana y se da cuenta de que ha llegado el otoño porque las hojas de los árboles se encuentran caídas en el suelo, encontrarás mis cartas. Imaginarás su contenido hasta que te decidas a abrirlas. Lo harás con energía y más que leerlas, las devorarás. Tendrás que volver a releerlas mucho más despacio y será entonces cuando te identifiques con cada palabra, cuando te des cuenta de que estoy contando tu historia, que es también la mía, y serás consciente de que estoy definiendo en esas líneas cada uno de nuestros momentos juntos.

Si prestas mucha atención durante la lectura, detectarás también que cada letra se surte de los sentimientos que despertaste en mí y se te pondrá la carne de gallina cuando narre que en la oscuridad tus ojos fueron como la luz del faro y que, gracias a ellos, no me perdí en tantas ocasiones.

Tu respiración se verá agitada, saldrás de casa y recorrerás las calles de forma desordenada hasta que tu mente haga una guía de los lugares que me gustaban compartir contigo y los visites con la esperanza de encontrarme. Necesitarás verme, abrazarme, besarme y susurrarme al oído que tus sensaciones son iguales que las mías: que a ti también te tiembla hasta el alma cuando mi mirada se clava en la tuya, que mis risas son la banda sonora de tu día a día y que mi rostro es el protagonista de todos tus sueños.


Una lluvia intensa terminará con el reencuentro que estás imaginando, querrás volver de nuevo a tu dormitorio; repasarás las cartas implorando encontrar una pista que te lleve al lugar donde estoy. En la última de ellas notarás que la tinta es menos intensa y comprenderás que me cansé de esperarte, de amarte, de sentirte y, sobre todo, que me cansé de escribirte.

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