jueves, 5 de septiembre de 2013

El prisionero del cielo

Llevaba ya muchos días sin hacer referencia a ningún libro y no es que haya dejado de leer; es más bien que me he amparado en dos de los derechos que tengo como lector (derecho a terminar un libro y derecho a callarnos) y que aprendí gracias a Como una novela de Daniel Pennac (otra obra muy recomendable, sobre todo para comprender la importancia y todo lo que nos aporta la lectura, sea cual sea el título que escojamos). Es decir, sobre dos de los libros que han pasado por mis manos no he querido comentar nada y el tercero, a pesar de haber sido premio Planeta en su día, terminé abandonándolo porque me resultaba lento y eso hizo que me aburriese enormemente (quizás en otro momento lo retome y entonces me fascine; ahora no).

Y tras esas tres experiencias me decidí por El prisionero del cielo. Muchos veranos después de que cayese en mis manos La sombra del viento, opté de nuevo por la prosa de Carlos Ruiz Zafón, por las historias de la familia Sempere, por el retrato de la Barcelona de mediados del siglo XX, por el misterio y, sobre todo, por el reencuentro con El cementerio de los libros olvidados.

La sombra del viento fue (y sigue siendo) uno de mis libros favoritos durante una larga temporada, uno de los primeros que me hizo llorar de emoción y uno de los primeros que creó en mi esa sensación extraña de: quiero acabarlo pero que no acabe nunca. Aunque El juego del ángel y El prisionero del cielo no han conseguido llegarme de la misma manera en la que lo hizo el primer título de esta serie, mentiría si dijese que sus páginas no me han tenido atada durante horas. Así que muy recomendables, los tres.

Esta obra me ha dejado esta frase: “en esta vida se perdona todo menos decir la verdad”. 

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